No los vemos llegar, pero están presentes en microdecisiones, conversaciones o distracciones que parecen inocuas.
Detectarlos requiere atención fina: observar qué sensaciones quedan después de hablar con ciertas personas, identificar tareas que generan tensión desproporcionada o notar pensamientos recurrentes que desgastan.
Cerrar estas fugas no implica aislamiento ni rigidez, sino un manejo más consciente de nuestros recursos. Así, la energía que hoy se pierde se reinvierte en lo que sí nos nutre.
La Fuerza te da el límite para proteger tu energía; el Flujo te permite soltar lo que no la merece. Si querés interpretar estas señales y dirigirlas a tu favor, profundizá en Maestría en Energías en Equilibrio. Conocé más.