Lo que decimos, incluso en tono de broma, moldea no solo nuestra energía sino también la de quienes nos rodean.
Frases repetidas, etiquetas que nos ponemos o damos a otros, y comentarios que parecen pequeños pueden crear realidades internas y externas. Elegir conscientemente el lenguaje es elegir conscientemente la energía.
Hacer este cambio no significa hablar “bonito” todo el tiempo, sino alinear nuestras palabras con la intención y el estado energético que queremos cultivar.
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